Empresas e instituciones se encuentran inmersas en un entorno social y cultural en constante cambio, un nuevo paradigma relacional que ha cambiado las reglas más básicas del proceso comunicativo. Pero este cambio es más profundo de lo que parece a simple vista, el nuevo entorno reta a las organizaciones a replantearse su propia existencia, su razón de ser. En consecuencia la organización deberá reconectar la misión, la visión y sus propósitos para adaptarlos al nuevo contexto social.
Zygmunt Bauman acuñó el concepto de “modernidad liquida” como sinónimo de adaptación a un mundo en constante cambio. Las organizaciones para sobrevivir deben adaptar su comportamiento y por tanto sus procedimientos a las nuevas demandas sociales. Actualmente se imponen organizaciones con capacidad al cambio, pero no sólo consiste en adaptarse a los cambios, deben estar preparadas para cambiar constantemente, a la velocidad que lo hacen sus audiencias.
“El éxito de las organizaciones en el nuevo entorno social depende de su adaptación al cambio constante”
El nuevo consumidor vive y se relaciona en un entorno temporal y flexible que se adapta a sus propias necesidades relacionales, emocionales y de experiencia. Las organizaciones con estructuras rígidas y gestionadas comunicativamente con estándares unidireccionales deben estar preparadas para gestionar cambios constantes a medida que la sociedad lo demanda. Convertirse en corporaciones líquidas y maleables preparadas para el cambio supone una garantía para su supervivencia a largo plazo.