La economía de los intangibles

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Hoy en día tener éxito empresarial significa llevar a cabo estrategias sostenibles. La empresa debe tener la capacidad de mantenerse en el mercado y enriquecerse a largo plazo, pero también, debe crear valor para todos sus grupos de interés, apostando por la innovación, la excelencia y la eficiencia, generando confianza y consiguiendo prestigio y reputación. Todo es posible, y ahora más que nunca, integrando la gestión estratégica y los indicadores de los intangibles -la cultura, el talento, la innovación, la marca y la reputación- en la cultura empresarial y en especial en los cuadros de mandos.

En los años setenta el 80% del valor de una empresa eran los tangibles, en la actualidad, el 80% del valor total de la empresa recae en sus recursos y activos intangibles. En este contexto, las empresas se enfrentan a grandes retos; establecer indicadores que permitan medir la contribución que hacen los intangibles en la generación de valor empresarial.

Cuando el grado de reputación de una empresa se convierte en moneda de cambio para cualquiera de sus actividades, es imprescindible monitorizar el comportamiento integral de la empresa. La alineación y la coherencia entre sus mensajes y sus actos es clave para construir un determinado sentimiento hacia la corporación. El nuevo territorio empresarial en que las empresas compiten, el de los intangibles y particularmente la reputación, hace necesario ponerlos en valor y analizarlos cuidadosamente para saber cuáles son las variables a emprender y cuáles son los atributos a mejorar para responder positivamente a las demandas que los stakeholders presentan.

Los intangibles empresariales son el nuevo espacio en el que las compañías dibujan sus escenarios de competitividad y, por esta razón, es más necesario que nunca que en los indicadores financieros a corto plazo, dejen paso a otros de carácter más estratégico y permanente con más capacidad de generar riqueza a largo plazo.