Capital relacional

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La calidad de las relaciones entre los miembros de una organización son importantes para su competitividad y se convierten en uno de los principales intangibles que repercutirán a medio y largo plazo en un valor estratégico y diferencial para operar en el mercado.

La calidad del ambiente laboral repercute en la actitud personal y grupal. Un capital relacional positivo se refleja en el día a día con una mayor fluidez en las comunicaciones internas, en la toma de decisiones y la disposición de asumir responsabilidades y riesgos de los trabajadores, en definitiva, en la satisfacción de toda la plantilla, el sentimiento de pertenencia a una comunidad y la retención de talento y conocimiento. Un activo intangible que se suma al valor de la reputación empresarial. Pero no sólo se debe medir el ambiente en el seno del trabajo, proveedores y clientes forman parte, también, del capital relacional, unas relaciones que van más allá de la transacción mercantil. Un win-win a largo plazo que se caracteriza por la transparencia y la confianza con las audiencias y, por tanto, en el mercado.

Este capital interno se construye a partir de los valores que comparte toda la organización. Un anclaje ético que determina el comportamiento de toda la organización desde las relaciones humanas internas hasta la producción.

La consolidación de estos valores no es posible sin un liderazgo que propicie la relación horizontal y rompa esquemas organizativos jerárquicos, basados en el control y responsabilidades definidas y acotadas que merman las capacidades profesionales. Un nuevo liderazgo que otorga más peso y autonomía a las personas y a los equipos.